sábado, 7 de junio de 2025

Erich Wolfgang Korngold (1897 - 1957)


Categorías a las que pertenece: Glorias olvidadas, One-hit-wonders que hicieron mucho más.

La Gloria: Erich fue el segundo hijo del eminente crítico musical (Leopold) Julius Korngold, quien le enseñó lo básico de la música en la comodidad del hogar. Un niño prodigio que creció en Viena, Erich podía tocar arreglos para piano a cuatro manos junto a su padre a la edad de cinco. También era capaz de reproducir cualquier melodía que escuchaba en el piano y también tocaba acordes completos y elaborados. A la edad de siete empezó a escribir música original.

Korngold tocó su cantata Gold para Gustav Mahler en 1909; Mahler lo llamó un “genio musical” y le recomendó que estudiara con el compositor Alexander von Zemlinsky. Richard Strauss también tenía una opinión muy elevada del joven y, junto con Mahler, le dijo al padre de Korngold que no había ninguna razón para que lo matriculara en un conservatorio musical ya que sus habilidades ya estaban años adelantadas a lo que podía aprender allí.

Cuando tenía once, su ballet Der Schneemann (“El hombre de nieve”) se convirtió en una sensación en Viena. A la edad de trece, su segunda sonata para piano fue tocada por toda Europa por Artur Schnabel. Korngold escribió su primera obra orquestal, la Schauspiel-Ouvertüre, a la edad de catorce, la cual su maestro, Zemlinsky, no pudo creer que él hubiese orquestado solo. Sus primeras dos óperas (de un acto cada una) las escribió cuando él tenía diecisiete.

En la década de 1920, aparte de sus composiciones en otros géneros, se concentró más que nada en escribir para los escenarios. Junto a sus obras originales, reorquestó y casi recompuso varias operetas de Johann Strauss II, de cuya música había desarrollado cierta pasión. Este punto representó el cenit de la carrera de Korngold: gente como Richard Strauss, Engelbert Humperdinck, Bruno Walter y Giacomo Puccini hacía llover elogios sobre él (este último, en particular, lo llamó “la mayor esperanza de la música alemana”) y muchos directores, solistas y cantantes famosos añadieron sus obras a sus repertorios. También fue famoso como pianista y director de orquesta.

Invitado por Max Reinhardt, de quien había llamado la atención con sus versiones de las operetas de Strauss, Korngold empezó en 1934 su carrera como compositor de bandas sonoras para Hollywood (el primer compositor de talla internacional en hacer esto). Al final, Korngold escribió las bandas sonoras para dieciséis filmes en total, ganó dos veces el Premio Óscar y estuvo nominado en otras dos ocasiones. Junto con Max Steiner y Alfred Newman, es uno de los fundadores de la música para el cine tal y como la conocemos y pueden escuchar su influencia en, por ejemplo, las bandas sonoras de John Williams.

Él estaba en Estados Unidos cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, lo que le impidió regresar a Europa. Se convirtió en ciudadano estadounidense en 1943 y permaneció en Norteamérica tras retirarse de la composición de bandas sonoras en 1947, cada vez más desilusionado con Hollywood y el tipo de películas que se le ofrecían. Cuando un periodista le preguntó la razón, él respondió: “cuando vine a Hollywood por primera vez, no podía comprender el diálogo. Ahora puedo”.

¿Qué salió mal?: En primer lugar, Julius, el padre de Erich, era un hombre dominante y controlador (por ejemplo: desaprobó la mujer que su hijo escogió como esposa y el pleito resultante provocó que los dos hombres no se hablaran durante años) y sus intentos por “proteger” la carrera de su hijo lo llevaron a involucrarse en intrigas que, al final, se volvieron en su contra. Julius también detestó que Erich se convirtiera en compositor para el cine.

A pesar de que la década de 1920 vio el cenit de su reputación artística, también comenzó a atraer el escepticismo de los críticos debido a que su estilo personal (un Romanticismo tardío sumamente deudor de los postwagnerianos) empezaba a resultar cada vez más anticuado al lado del Neoclasicismo y el Atonalismo. Todo empeoró cuando los Nazis ascendieron al poder, pues prohibieron su música por ser judío. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando intentó recuperar su reputación como compositor de música “seria”, ya nadie estaba interesado en él.

Por último, él fue otra víctima del problema con los compositores de bandas sonoras. Los críticos, en particular, no le perdonaron el que reciclara material de su música para el cine en su concierto para violín y en su sinfonía.

Korngold cayó en el olvido hasta la década de 1970, cuando sus bandas sonoras fueron reeditadas en álbumes exitosos que hicieron renacer el interés en su figura. A Korngold le ha ido mejor que al promedio en la sección de “Glorias olvidadas”. Hoy en día, aparte de sus bandas sonoras, las cuales son bastante populares y se sostienen a la perfección por sí mismas, su concierto para violín y orquesta en re mayor (1947) ha pasado a formar parte del repertorio:


Y su ópera La ciudad muerta (Die tote Stadt, 1920), la cual fue la ópera moderna más representada en el mundo hasta la Segunda Guerra Mundial, ha sido revivida numerosas veces, con frecuencia con gran éxito y su “canción de Marietta” está en los repertorios de innúmeras sopranos. No obstante, no todos están convencidos de sus méritos artísticos. Juzguen ustedes:


En el presente, casi toda su obra ha sido grabada numerosas veces. A pesar de esto, sigue habiendo copiosas cantidades de música que no recibe la atención que se merece, como…

¿Qué más hay para escuchar?: …su cuarteto de cuerdas N° 2 en mi bemol mayor (1934)…


…su concierto para violonchelo y orquesta en do mayor (1946):


…y su sinfonía en fa sostenido (1954):

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