La Gloria: Fue maestro de capilla en San Apolinar, perteneciente al Collegium Germanicum de Roma. Carissimi nunca dejaría este cargo, a pesar de ser invitado a suceder a Claudio Monteverdi como maestro de capilla en San Marcos de Venecia. El mero hecho de que le ofreciesen el cargo veneciano, uno de los más deseados y prestigiosos de la Europa de la época, nos da una idea de la dimensión de su arte. Y que rechazase el ofrecimiento da una idea del status del que gozaba en Roma. Sabemos que, con Carissimi en pleno ejercicio, los cardenales y embajadores en Roma iban a los oficios de San Apolinar a causa de la calidad de la música que allí podían escuchar.
Es el gran padre de la cantata y del oratorio; no es que haya sido la primera vez que esos nombres se usaban para describir una obra musical, pero Carissimi fue quien definió esos géneros tal y como los conocemos. También fue el que introdujo el acompañamiento instrumental en la música litúrgica, siguió desarrollando el recitativo (el cual había sido introducido por Monteverdi) y también influenció fuertemente a la música de cámara.
¿Qué salió mal?: Primero y más importante que nada… pues porque la inmensa mayoría de su obra se perdió…
Nunca publicó sus obras en vida y toda su música manuscrita fue destruida tras la disolución de los jesuitas en 1773 (Carissimi se había ordenado sacerdote). Lo que conocemos son las pocas obras suyas que fueron impresas a partir de algunas copias hechas por sus discípulos. Los ejemplos que se conservan son todos de música litúrgica; su obra secular (la cual se sospecha que fue abundante) se ha perdido toda.
Tampoco ayuda el que no sepamos casi nada de su biografía, lo cual significa que no hay anécdotas jugosas con las cuales enganchar al aficionado.
¿Cómo puedo empezar a conocer su música?: Pues con el oratorio Jephte…
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