viernes, 4 de noviembre de 2022

Johann Adolf Hasse (1699 - 1783)


Categorías a las que pertenece: Glorias olvidadas.

La Gloria: Inmensamente famoso en su época, Hasse era conocido más que nada por su prolífica producción de óperas, las más exitosas de las cuales se representaron en todos los teatros importantes de Europa, aunque también firmó numerosas obras litúrgicas. Fue amigo del famoso libretista Metastasio, de quien se convirtió en el favorito para que llevara sus libretos a los escenarios, y una figura fundamental en el desarrollo de la opera seria.

También fue uno de los fundadores del estilo clásico con su máxima “dejen que la música sea clara y sencilla, pero sublime”.

Cuando se convirtió en el maestro de capilla de Dresde, él junto con su esposa, la soprano Faustina Bordoni, ganaban el equivalente a sesenta veces el salario de J. S. Bach como Thomaskantor. Fue para representar obras suyas que en Bayreuth se construyó la casa de la ópera más grande de la Alemania de la época (la cual muchos años después atraería a Wagner a la ciudad).

No se sabe exactamente cuántas obras compuso; en su vejez, cuando alguien se lo preguntó, él mismo reconoció que era uno de sus artistas que estaban más interesados en constantemente crear material nuevo en lugar de llevar un registro del que iba creando. Aunque numerosas obras suyas debieron haberse perdido para siempre por los bombardeos que sufrió Dresde, primero, de los ejércitos de Federico II de Prusia (quien fue un ardiente admirador de Hasse y probablemente este lo tuvo en mente cuando compuso sus 80 conciertos para flauta y numerosas sonatas para ese instrumento[1]) y, después, de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, hoy de día se conservan 63 óperas, una docena de oratorios, unas 20 misas y réquiems, 90 cantatas y cientos de otras obras. ¡Y la base de datos RISM afirma que sus obras sobrevivientes suman 1635!

Un musicólogo de la época propuso la idea de las tres haches de la música alemana: Händel, Heinichen y Hasse. C. P. E. Bach dijo que su padre y Hasse llegaron a conocerse y hacerse buenos amigos (algo que también afirman una o dos fuentes más) y Mozart, a los nueve años, en la dedicatoria de una de sus obras escribió que soñaba con ser tan inmortal como Händel y Hasse. Este último, por su parte, cuando escuchó Ascanio in Alba, una ópera que el genio de Salzburgo compuso a los quince años, declaró: “este chico hará que nos olviden a todos”. El cantante Mancini lo llamó “el padre de la música”.

En sus años finales vivió tranquilamente en Venecia, dedicado a enseñar y componer música litúrgica.

¿Qué salió mal?: Ya en vida su popularidad y reputación sufrieron un golpe importante debido al movimiento de la ópera reformada encabezado por Gluck. La única razón por la que Gluck no lo dejó condenado a la irrelevancia musical en el acto fue porque siempre contó con patronos importantes, como la emperatriz María Teresa de Austria; pero, cuando tanto ellos como el compositor murieron, sus óperas dejaron de representarse casi de inmediato. Las únicas obras suyas que eran revividas fueron unas pocas obras litúrgicas… y esto sólo en Alemania… y sólo muy de vez en cuando… Sólo sería hasta los últimos años del siglo XX que empezaría a ser rescatado del olvido en serio.

Hay dos obstáculos importantes que impiden que las óperas de Hasse (y de este periodo en general) sean revividas con regularidad.

El primero es la inmensa escala de las producciones; estas tienen unas demandas escénicas inverosímiles: su Ezio (1755) requería en una escena que 250 actores supernumerarios cargaran 8000 lámparas y velas, la entrada triunfal de Ezio en el Acto III tardó 25 minutos en pasar por el escenario e incluyó 400 soldados, más de cien caballos, cinco vagones, ocho mulas y ocho camellos bactrianos y, al final, incluía un ballet con música de Schurer y coreografía de Pitrot que necesitaba 300 bailarinas y duraba 45 minutos.

Pero el obstáculo más importante es el segundo: las convenciones de la ópera simplemente han cambiado demasiado. No es coincidencia que, con excepción de Händel, en muy pocas ocasiones se revivan compositores de óperas anteriores a la década de 1770 y que normalmente sólo sea en antologías tipo “Las Mejores Arias de…” Para colmo de males, cuando se intenta representar estas obras en el presente, muchas veces se les hacen cambios para “ponerlas al día” que, por ponerlo con sutileza, resultan muy cuestionables.

¿Cómo puedo empezar a conocer su música?: Con su Cleofide (1731)…


Notas:

[1] El rey de Prusia era un ávido flautista.

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