domingo, 25 de febrero de 2024

Teresa Carreño (1853 - 1917)


Categorías a las que pertenece: Glorias olvidadas, Celebridades locales.

La Gloria: En su época fue una de las virtuosas del piano más importantes del mundo (recibiendo apodos como “Liszt en enaguas”, “la Emperatriz del piano” y “la Valquiria del piano”) y algunas de sus piezas llegaron a ser muy populares.

Bautizada con el superelegante nombre de María Teresa Gertrudis de Jesús Carreño García de Sena, fue la tercera de los cinco hijos de Manuel Antonio Carreño (un funcionario público de una familia con tradición musical) y Clorinda García de Sena y Rodríguez (prima de María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza, esposa del Libertador Bolívar, en cuyo honor fue nombrada nuestra pianista). Su padre fue su primer profesor de música y supervisó su carrera hasta su muerte en 1874; a la edad de cinco años la hacía practicar más de 500 ejercicios compuestos por él mismo y que se paseaban por las dificultades rítmicas y técnicas más importantes… y aun así no pudo seguirle el ritmo al rápido progreso de su hija. Antes de dejar Caracas también estudió con el músico alemán Julio Hohené.

A la edad de ocho años su familia se mudó a Nueva York, en parte por la difícil situación política y económica de la Venezuela de la época, en parte para que la pequeña Teresa pudiese perseguir una carrera musical, donde prosiguió sus estudios con Regina Watson y Louis Moreau Gottschalk y ese mismo año hizo su debut en el Irving Hall. Debido a su ajetreada agenda, las lecciones de Gottschalk fueron pocas y breves; no obstante, estas tuvieron un profundo impacto en la niña, quien toda la vida sentiría gran respeto y admiración por el pianista, y él la promovió como artista.

Desde su debut y hasta poco antes de su muerte viviría en giras de conciertos casi constantes, presentándose en innúmeras ciudades por todo Estados Unidos y Europa, además de en Canadá, Cuba, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. También trabajó brevemente como cantante de ópera, interpretando a la Reina en Les Huguenots de Meyerbeer y Zerlina en Don Giovanni de Mozart.

Actuaría dos veces en la Casa Blanca: la primera, al poco de comenzar su carrera, para el presidente Abraham Lincoln, y la segunda, poco antes de su muerte, para el presidente Woodrow Wilson.

Tras su niñez, sólo volvió a Venezuela en dos ocasiones, estadías de un año cada una, con proyectos para la cultura musical venezolana extremadamente ambiciosos pero que terminaron en sonados fracasos. De modo que, en su vida, sólo pasó diez años en su país natal. Sin embargo, hasta el final de sus días, fue venezolana en sus costumbres y gustos domésticos, muchos rasgos de su temperamento y hasta en ciertos toques de su inspiración como compositora.

Además de Gottschalk, también conoció a Rossini (quien le dio clases de canto), a Georges Mathias (un discípulo de Chopin que pudo haberle dado unas pocas lecciones), Gounod, Saint-Saëns, Berlioz, Liszt (quien le dijo: “tienes un regalo enviado por Dios: Genio. Trabaja duro, desarrolla tu talento, sé fiel a ti misma y con el tiempo serás una de nosotros” y ofreció, sin éxito, enseñarle en Roma), Rubinstein (quien insistió en darle lecciones y después siguió teniéndola en gran consideración, llamándola “Mi Sol” y “Bebé”), Brahms (quien le dijo “no eres una dama pianista, eres un HOMBRE pianista”), Debussy, Ravel y Vivier. Actuó bajo la batuta de muchos directores preeminentes, incluyendo a Edvard Grieg (de quien frecuentemente tocaba sus obras), Gustav Mahler, Theodore Thomas, Wilhelm Gericke, Hans von Bülow y Henry Wood. Aparte del ya mencionado Grieg, su repertorio lo conformaban las obras de Chopin, Liszt, Tchaikovski, MacDowell, Schumann, Rubinstein, Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Weber y ocasionalmente las suyas propias.

Paderewski fue uno de los que llevó su ataúd en su funeral.

Compuso unas 75 obras: de cámara, para piano solo, para voz y piano, para coro y orquesta y varios merengues. Sus primeras composiciones (en manuscrito) datan de alrededor de 1860 y firmó la mayoría antes de cumplir 20 años.

También fue una notable y muy solicitada profesora de piano.

¿Qué salió mal?: Por el problema con la música de salón del siglo XIX.

El único lugar donde su nombre no cayó del todo en el olvido fue en su natal Venezuela, donde reciben su nombre el Teatro Teresa Carreño, que alberga, entre otras cosas, un archivo con parte de los papeles de la pianista y la Orquesta Sinfónica de Venezuela, una plaza en el parque El Calvario, dos calles, un colegio y una orquesta sinfónica juvenil. También hay un cráter en Venus nombrado por ella.

¿Cómo puedo empezar a conocer su música?: Pues escuchando todo esto…










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